a humillar mi faz con premura obliga;
y a ti, olímpica Diosa mendiga
piedad, señora, en tu mirar radiante.
Miradme solo en un preciso instante
para que mi alma con vida siga
pues a tus ojos mi alma se liga;
a tu juventud mi corazón de amante…
Oh, tu, de la cara Venus émula
no tornes con tus gestos en Diana
ignorando al que a tu alrededor pasa
¡Mátame! dame una muerte inhumana
O mírame, que mi muerte retrasa
De tu sonrisa la luz trémula.
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