viernes, 18 de junio de 2010

Soneto LXVIII

Tuyos son los latidos de mi pecho
tuyo mi lamento y mi dolor;
tuya mi añoranza y mi temor,
tuya mi soledad, tuyo mi lecho.

Tuyas todas mis obras, lo que he hecho;
y tuyo mi cuerpo y mi calor,
tuya mi esperanza, y mi honor;
es tuya mi persona por derecho.

Ya todo te lo he dado, no poseo;
pregunto qué más quieres de mí
si todo el corazón ya te he entregado,
lo que soy, lo que fui, lo que deseo...
Pequé; y mi salvación perdí: 
El alma, que es de Dios, te he regalado

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