viernes, 18 de junio de 2010

LXXXI

El frío que empapado se pasea
volando descubierto con el viento,
mojado bajo el cielo ceniciento;
ajeno a las pasiones se recrea.

La luz que mortecina, gris y fea
veloz mengua y se marcha en un momento
mojada en el reflejo que se crea
difuso en el gastado pavimento.

...Y triste pienso yo con un temblor:
las gotas me consumen, susurrantes.
La miro, le sonrío unos instantes
y estrecho su cintura y su calor
me queda de la tarde y su color
el beso en el zaguán. Igual que antes.

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