miércoles, 16 de junio de 2010

Soneto LXVI

Te contemplo dormida y en mi cama
y siento en mí tu aliento de dulzura
que llega demostrando esta hermosura:
rescoldo aun viviente de una llama.

No intentaré saber si tu alma me ama
sabiendo que me amó tu cuerpo ardiente
en rítmico querer, dulce, inocente;
oleadas de gloria ardiente flama.

Te veo aquí dormida, respirando
sube y baja tu pecho desafiante
sigue y sueña mi mente con tu mente.
Hay sabor de pasión en el ambiente
si tus sueños me acarician un instante
y respondo a tu sueño acariciando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario