viernes, 18 de junio de 2010

Décima en Silva

Mira a través tu ventana;
de esas flores brillantes en el cielo
que ufanas lucen con celo;
De esas estrellas tempranas,
La que brilla más fuerte y con más ganas,
Esa flor te ilumina, titilando
por ti sola, comprobando
que seas también feliz, velar tu sueño;
y en eso pone su empeño
y en su arder “te quiero” dice murmurando.

Sextina

Déjame acostumbrarme al sucio suelo,
que hasta ahora he dormido yo en el lodo,
si no vas a quedarte todo el tiempo;
si no vas a quererme entero y claro
olvida tu piedad y que me has visto
cansado y dominado por el miedo.

Déjame, por piedad, que tengo miedo
De la voz que me eleva sobre el suelo,
del cariño que exalta; que yo he visto
cariño en la piedad que hay en el lodo;
Y al fin desaparece, pues no es claro
Pues es solo piedad que dura un tiempo.

Y yo quiero quererte todo el tiempo
tu amor sentir, tan solo amar sin miedo
amor sin coartadas, amor claro
que no me importe nada ver el suelo
que el vértigo no exista, y que el lodo
sea solo un recuerdo que haya visto…

Déjame que me encuentre pues he visto
que estoy fuera de mí por todo el tiempo
y veo anonadado solo el lodo
el fango y podredumbre de mi miedo.
Déjame que yo viva en este suelo
que el ritmo de mi alma lata claro.

Quiero ver, por piedad, tenerlo claro
descansar del martirio, yo que he visto
el vértigo, volar sobre este suelo
sin saber si el volar tendrá su tiempo;
si el cariño se irá; y siento miedo
a ensuciarme cayendo sobre el lodo.

No quiero ver el cielo desde el lodo
que el fango ya lo veo yo muy claro
y aquí abajo domino todo miedo
pues todo en este mundo yo ya he visto
aquí yo soy el dueño de mi tiempo.
Allí por no notar no noto el suelo.

Siento el suelo, no veo más que lodo
la paz que hay en mi tiempo veo claro
ya todo yo lo he visto, ya no hay miedo.

Soneto IC

Tu eres estopa, yo soy el fuego
Tanto te arrimes fuego te doy
Y si te quemas, llama que soy
Fiel te consumo, y aun más fiel luego

Es tu mirada fuego que ruego
Como soy pasto ardiendome voy
Si me has mirado en llamas estoy
Fiel me consumo en llamas, tu juego.

Fuego en tus ojos y en mis enredos.
Fuego en mis manos que van sin calma
y en las caricias no dan razones.
Fuego en el fuego: dos corazones
De esos que habitan bien en las almas
Bien en las mentes bien en los dedos.

Soneto XCVIII

Como hoja movida por el viento me siento
Si tu voz me acaricia hacia el cielo me voy
Mas si en tanto ese viento no me llega yo soy
Más que un triste palote, más que un seco sarmiento.

Y me caigo en el suelo si me falta tu aliento
Y me arrastro en el barro si no tengo tu voz;
Como piedra en el agua que se hunde veloz
Sin tu voz deseada que me llega en el viento.

Cual madero me siento si no estas a mi vera
Como árbol sagrado cuando vas a mi lado
que ambos solos se queman si una chispa ha saltado
Cual los dos me consumo en cenizas certeras
Tanto tenga yo el viento de tu risa y mirada
Tanto falte tu risa y tu voz deseada.

Soneto XCVII

Caminando y rodando y arrastrando
Los pies en los sombríos bulevares
van doliendo los ojos como mares
Y en el pecho una llama va llorando.

Los árboles se inclinan sollozando
para ver que destemplados avatares
cambiaron su alegría y sus andares;
“Más triste está que ayer”, van murmurando.

Y él triste va hollando su camino
Los ojos anegados, sin fortuna
¿qué tienes?- le preguntan los gorriones-
¿qué lágrima te mancha inoportuna?
y él se para y se limpia de emociones:
"La lluvia me caló la faz sin tino"

Soneto XCVI

Corazón en espera atribulado
la hiedra que no es rosa te aprisiona
El viento en un susurro te erosiona
Pues siempre a la intemperie estás guardado.

El ser su triste hiel ha destilado,
Y llora en destemplados chaparrones
Amargos desencantos de emociones
Más fuertes que el acero más templado.

¡Descansa corazón tu fatigado
pasar por el eterno y duro yermo,
y déjame soñar sueños si duermo!
¡Relaja tu latir desesperado!
Al frío y duro nicho me encaminas
Si el cálido latir tu no dominas.

Soneto XCV

Te contemplo detrás de ese cristal
tan cercas estás, tan lejos, tan distante;
tan lleno de ansiedad, tan triste amante,
hastiado de la vida y de este mal

Me quedo examinando hasta el final,
Haciendo que infinito sea el instante,
La fría superficie, que cortante
Me lega su impiedad dura y brutal.

Mi mano en el cristal, yo sin razones,
Tu cuerpo está detrás, mi amor con el
Un grito ansioso aguarda su rotura
Presiono la dureza con mi hiel…
Caricia de mi mano con dulzura
cortados y templados corazones.

soneto XCIV

Me quema el fuego vivo de tu aliento
ardiente está mi alma, que es tu espejo
quemada de un amor profundo y viejo
delicia de temor, dulce tormento.

La risa de tu boca es mi alimento…
si el gesto de tus ojos va parejo
riendo tus pupilas, tu entrecejo,
mi rostro irá extasiado en tu contento.

Yo pienso en tu belleza diamantina:
El sueño de tu dicha imaginado
que lleno de emoción late en tu pecho.
Y sé de un corazón roto y maltrecho
vacío, endurecido y maltratado
el que a tu bella esencia se encamina.

Soneto XCIII

Mi niña, quiero darte una esperanza;
paloma, para ser libre en el viento,
vivir feliz la vida sin tormento
quedando desatada de mudanzas.

Mi niña, hoy te ofrezco esta alianza:
sentirte y que tu sepas lo que siento;
El más puro cariño que alimento
lo guardo por ser, por tu bonanza.

Mi niña, desespero por tu dicha:
que te sientas feliz, crezca tu calma
desplegada en el viento de la noche;
paloma, y tu sonrisa ponga el broche
brillante a la caricia de mi alma
y olvide el desespero y la desdicha.

Soneto XCII

Eres tierra por dar fruto abundante
dulce huerto fértil claro y hermoso;
vergel fresco en penumbras, pudoroso
Edén por descubrir exuberante.

Eres curso febril, río elegante
y te pierdes corriendo sinuoso.
Eres valle feliz y árbol frondoso
y hogar donde volver a cada instante.

Eres vida incesante, mar profundo
eres cuerpo gentil, sin par, fecundo
eres sabia clemencia, eres consuelo.
Y yo, ¿qué soy por ti, qué soy, amada?
¿qué puedo ser por ti, si no soy nada?...
Solo déjame cuidarte, ese es mi anhelo.

Soneto XCI

Me quedo en tu sonrisa descansado
si brilla tu mirar con la mañana
y suena con la brisa más temprana
mi beso pudoroso ahí a tu lado.

Un bello Paraíso que he soñado
contemplo en esta noche tan galana
si miras con tu risa más humana
yo grito alegre al verme enamorado.

Hoy tengo esta certeza en este infierno
el claro Paraíso veo en tus mañas.
Yo sé de tu sonrisa, yo lo intuyo
Y te ofrezco el calor de mis entrañas
La sabia de mi amor eterno, eterno
Mi triste corazón, que es tuyo, tuyo

Décima mayor

Porque tú la contemples, a resguardo
del frío que perdura en la montaña,
y el gélido huracán que le acompaña
plantara yo un edén claro y gallardo:
Almendros de flor blanca y tronco pardo
Que nieven tu jardín en primavera
conformen en tu cara la primera
de esas tus sonrisas deliciosas.
El blanco frente al verde, anhelosa
mostrarte reflejada como fuera.

Soneto XC

Si andas por las calles un momento
y sientes la caricia al caminar
del viento y te estremeces al pasar
soy yo, que te acaricia con el viento

si alguna vez bajo un tejado ceniciento
de nubes y de lluvia al contemplar
murmullos oyes de agua al escuchar
soy yo que te susurro con mi aliento.

Escucha las caricias susurrantes
y siente mi murmullo con la brisa
atiende a tu latido tembloroso…
¿Qué te dice tu pecho, anhelante;
si me escuchas y te nace una sonrisa
qué describe ese sonido pudoroso?

Sextina

Tengo sed de tus labios, tu saliva
es la fuente que nutre mi alborozo
mientras se une tu alma a mi alma amante.
Oigo el llanto de gozo en tu mirada;
de tu pecho los trémulos latidos
en mi alma redoblan dulcemente.

Entrelaza mis manos dulcemente;
siente en toda tu cara mi saliva;
goza el llanto que suena en mis latidos;
y vive intensamente el alborozo
que vierto achicharrado en tu mirada
piensa solo que yo ya soy tu amante.

“Pienso solo que tu ya eres mi amante”…
…solo pienso y susurro dulcemente
mis ojos taladrando tu mirada
mi piel bañada en sangre y en saliva
mi ser sumido en llantos y alborozo
retumban en tus manos mis latidos

Ven amada, trabemos los latidos
y el aire alrededor un fuego amante
resurja propagando el alborozo.
Deseo verte unida dulcemente
a abrazo abrasador de mi saliva
mientras me uno al ardor de tu mirada.

Uno a otro sostiene la mirada;
otro a uno, unidos los latidos;
y ambos rebozados en saliva
unidos con abrazos cual amantes;
los tenues elixires dulcemente
bebiendo con placer, con alborozo.

Y esta es mi alegría, mi alborozo
Sentir tan solo cerca tu mirada
Oír tu suave acento dulcemente
Sentir ardiendo solo tus latidos
Sintiéndome tan solo cual tu amante
Libando poco a poco tu saliva.

Por eso tu saliva es mi alborozo
Unido a tu mirada y tus latidos
Sabiéndote mi amante dulcemente.

Sextina

¿Quién decide este mundo con su arte?
¿Quién recrea el sueño dolorido
de aquel que sufre errante una derrota?
¿Quién maneja las artes de los hilos
y títeres patéticos domina
haciendo que se rían de sus males?

¿Quién esparce en el mundo tantos males
con tanta ciencia cierta y tanto arte
que a tantos ciegos solos cruel domina?
¿Quién ríe en un instante dolorido
si quien maneja el mundo con sus hilos
patético le inflinge otra derrota?

¿Quién lucha por hurtar esa derrota
y librarse un momento de los males
si ve que manejado por los hilos
de un vil rastrero Amo y de su Arte
se queda cada vez mas dolorido
de tanto que este Amo le domina?

¿Quién lucha contra Aquel que le domina?
¿Quién lucha contra Aquel que le derrota
y le deja del combate dolorido?
¿Quien puede tras sufrir pesar y males
buscar un escenario para el arte,
cortar por una vez todos los hilos?

¿Quién llega a ver do salen estos hilos
si el burlón Hacedor que los domina
cubre oscuro en silencio su cruel arte?
¿Y quién esclavizado a su derrota
podrá prever el paso de unos males
si no es cuando los sufre, dolorido?

Todo aquel, que contempla dolorido
aquellas situaciones y sus hilos
que llevan al destino de los males
negará compasión al que domina
reirá desencajado su derrota
negará el albedrío, creerá el Arte.

El Arte que te queda dolorido
que a través de los hilos te domina 
y en derrota te enfrenta con los males

Soneto LXXXVIII

A golpes, como el duro caminar;
muy dura y con afanes destructivos
con saña y con crueldad, con gesto altivo
con mañas terroristas me has de hablar.

Cortante como sierra de calar
Armada con el fuego vengativo
Con gestos para herir, con odio vivo
Con ánimo de todo, aun de matar.

Tratadme según valga a la clemencia
que habita entre los llantos del infierno
O haced que beba a tragos la inmundicia
Tratadme con desprecio largo, eterno
Tratadme como a un perro, con malicia…
Mas tratadme, curad mi inadvertencia

Soneto LXXXVII

Me falta el alimento de tu boca:
De tanto que deseo su dulzura
tiemblo y sufro desvelos y tortura
escuchando a mi boca que te invoca…

En sueños mi almohada es dura roca
bañada en el sudor de mi locura;
no tengo mi bebida: tu ternura:
abrazos que mi ansiosa mente evoca.

Despierto en un temblor, desesperado,
soñando con tus manos; el sabor
de la sal en tu cara y el color
encendido en mi rostro, sonrojado
reflejando tu caricia pudorosa
y el anhelo de algún alba venturosa.

Soneto LXXXVI

Tejo raudo unas redes con mi mano
con hilo de los rayos de la luna;
no sé si como esta queda alguna...
la tejo ensimismado y muy ufano.

Si alguna vez me dicen que es en vano;
que tejo sin parar una locura;
desprecian sin pensarlo su hermosura,
su brillo y su color, su albor lozano.

La red que de la luna raudo tejo
No es red para pescar, ni lo parece...
son redes que se hacen para el viento:
filtran aire, lo tamizan; y así a veces
de esos vientos que vienen de muy lejos;
traen en premio tu sabor, tus pensamientos...

Soneto LXXXV

A estas horas el sol ya se ha ocultado
y al ocaso se arrastra su derrota;
sobre un campo de luces su luz brota
y hasta el lecho de muertes ha llegado.

La eterna singladura… Un sol dorado
que hierve el campo en luz con una nota
de helado atardecer; que helada dota
de miedo a mi pensar enamorado…

No la tengo, no he visto su mirada;
no he sentido su aliento en mi mejilla
oyendo sus susurros en mi oído.
Y al llegar el fin del día el sol se humilla
marchándose veloz como si nada 
Otro sol, otro día se ha perdido.

Soneto LXXXIV

Si se puede llamar en esa puerta
ten seguro la puerta está cerrada
y si nadie te atiende a la llamada
es bien cierto la casa está desierta.

Así pasa en el alma que está muerta
golpeas como un loco allá en la entrada
no hay nadie allí esperando en la morada;
no hay nadie que la puerta deje abierta.

¡niégalo, corazón, tu que la amas!
¡no destruya tu amor razón dormida
que a gritos tu sentir penoso aclamas!
¡Niégalo, no hay verdad ni razón, solo fé y vida!
¡Aunque sangren los puños cuando llamas
esperando que al final no quede herida!
Siento envidia del agua que te baña
pues tu pecho acaricia suavemente;
y odio al sol que brillando en el ambiente
el caliente rigor creó con saña.

Quisiera ser el agua y refrescarte
del sol y de su luz clara y ardiente;
y aun el sol por brillar mas indulgente
y del tibio calor enamorarte,

celoso de ese viento que en ti arde:
del más cercano a ti que danza y danza
con tu pelo, rizándolo, jugando...
Piensa solo ese viento es mi añoranza;
Son mis manos, del sueño despertando; 
mis caricias, que vuelven con la tarde.

Soneto LXXXIII

Cuando a veces rodéanme los vientos
Narrándome las veces sus historias
Los sueños, los recuerdos, las memorias
Mi alma se compone en sentimientos

Mi cabeza se llena de sonidos
Que evocan en la mente otro paisaje
Que enseñan con sencillo aprendizaje
Saberes de sonidos instruídos.

Y yo cambio mi canto en otro acento,
Y noto yo mi voz desconocida
Tocando mi razón otro instrumento.
Y el cambio se obrará ya en la partida
Marcando sin dudar un nuevo tempo 
Teniendo a la razón como medida

Soneto LXXXII

Dice el sol que al besarte cada día
quema ardiente tu piel tenue dorada
a su luz que en el fuego fue templada:
Yo en tu fuego y tu luz me quemaría...

Tu cabello ese viento mezcla y lía
raudo roza tu cuerpo y tu mirada
sigue al viento en su paso por la nada.
Y en mi anhelo tus ojos seguiría...

Hable quedo a mi oído el viento amante
los ecos de tu pecho, tus latidos;
queden solo en la brisa susurrante...

Queme toda mi piel el sol radiante
que ese fuego en tu piel fue recogido.
Bese solo tu piel mi amor galante

LXXXI

El frío que empapado se pasea
volando descubierto con el viento,
mojado bajo el cielo ceniciento;
ajeno a las pasiones se recrea.

La luz que mortecina, gris y fea
veloz mengua y se marcha en un momento
mojada en el reflejo que se crea
difuso en el gastado pavimento.

...Y triste pienso yo con un temblor:
las gotas me consumen, susurrantes.
La miro, le sonrío unos instantes
y estrecho su cintura y su calor
me queda de la tarde y su color
el beso en el zaguán. Igual que antes.

Soneto LXXX

En la espera galante de ese beso
desgranada pasión desesperada
comprendí los suspiros de la amada
fueran aires adorantes y embeleso.

La mirada que su labio lleva impreso
es beso y es amor y es algarada
y es aura de ventura demostrada
y es paz, sueño de amor que le profeso.

Despierte yo en la grana de su boca,
soñada de mi fé y de mi ventura,
capricho de mi sueño de amor raro...
...Y beba ella en mis labios la ternura
los tibios elixires, dulces, claros;
el sueño del placer que nos convoca.

Soneto LXXIX

Me mueve este dolido sentimiento
dejado de un orgullo maldecido,
me duele el sentimiento dolorido
que esconde soterrado en su cimiento.

Resuena largamente el cruel lamento
que horrísono es formado y proferido
y llega sorprendido hasta mi oído
sin fé, sueño ni amparo o fundamento.

La angustia que ha vibrado en este ambiente
se queda en un instante en mí clavada;
e hiéreme con saña con su acero.
Retiene mi pensar el mundo entero
y poso alrededor mi fría mirada
por luego regresar donde la gente.

Balada

Viento frío, copas mece
de los árboles oscuros;
hiela en los estanques puros
agua; y la vida fenece.
Y el calor nunca aparece
unido a una pena honda
para que el alma responda:
Sígueme, que el día amanece.

Vuelve el calor que merece
de llama de fuego vivo
salta, brinca y es esquivo,
y del dolor ya guarece;
toda la vida agradece
el cambio, devenir ardiente,
y piensa que dice la mente:
sígueme, que el día amanece.

Y el pensar que ya perece
de pesar tan dolorido,
duele sin haber sentido;
y llega esperanza que crece;
ya muere lo que anochece
y el calor ya no se esconde
para decir que responde:
Sígueme, que el día amanece.

Y la vida prevalece
sobre la muerte que es noche,
y el Sol con dorado broche: 
Sígueme, que el día amanece

Soneto LXVIII

Tuyos son los latidos de mi pecho
tuyo mi lamento y mi dolor;
tuya mi añoranza y mi temor,
tuya mi soledad, tuyo mi lecho.

Tuyas todas mis obras, lo que he hecho;
y tuyo mi cuerpo y mi calor,
tuya mi esperanza, y mi honor;
es tuya mi persona por derecho.

Ya todo te lo he dado, no poseo;
pregunto qué más quieres de mí
si todo el corazón ya te he entregado,
lo que soy, lo que fui, lo que deseo...
Pequé; y mi salvación perdí: 
El alma, que es de Dios, te he regalado

Soneto LXVII

Tengo un hueco en mi alma dolorida,
una herida que el tiempo no curó;
donde tu alma en mi vida penetró
es por donde se extiende en mi tu herida.

Hoy recuerdo aquel día, tu partida;
ese día tu amor me abandonó,
el momento en que todo terminó
el instante que oí tu despedida.

No hay rencor que guardar por todo aquello
ni tampoco pensar que da lo mismo...
solamente sentirte aquí a mi lado
Solamente acordarme que fue bello
pues no quiero que el hueco que has dejado 
lo rellene tan solo mi egoísmo.

miércoles, 16 de junio de 2010

Soneto LXVI

Te contemplo dormida y en mi cama
y siento en mí tu aliento de dulzura
que llega demostrando esta hermosura:
rescoldo aun viviente de una llama.

No intentaré saber si tu alma me ama
sabiendo que me amó tu cuerpo ardiente
en rítmico querer, dulce, inocente;
oleadas de gloria ardiente flama.

Te veo aquí dormida, respirando
sube y baja tu pecho desafiante
sigue y sueña mi mente con tu mente.
Hay sabor de pasión en el ambiente
si tus sueños me acarician un instante
y respondo a tu sueño acariciando.

martes, 15 de junio de 2010

Soneto LXIV

Siento tu inmenso aliento libre en mi cara;
quiero tu tenue brisa en salobre llanto
llega hasta mi tu son de gracioso canto:
risa de mil anades que escucho clara.

Grave susurro ardiente, palabras suaves;
tiendes junto a tus pasos un fresco manto
ir y volverte dulce son tus dos claves
y ese tu azul clemente, profundo y santo.

Sol de soleada tarde junto a tu vera
cuentas tu sabia historia muy lentamente
y sueño junto a esa espuma que he imaginado
Esta es mi gran ventura, noble y sincera:
una vez yo te he visto tan solamente
una vez yo te veo, mil te he inventado

Soneto LXIII

Siento solo la triste soledad
duerme sola en mi alma maldecida
vive justo en mi muerte dolorida
muere sola en mi vida de maldad.

Pierdo todo en ganar mi absolución
quiero un alma que sola no amanezca
siendo sola no quiero que perezca
tanto pueda en ganarme su perdón.

Quiero verte sonriendo dulcemente
tú si puedes, viviendo tu alegría
yo no puedo, muriendo tristemente.
Muero en darte la triste vida mía
muero todo sonriendo débilmente
risa sola de clara cobardía.

Soneto LXII

Siento miedo al mirar tus tristes ojos
viendo en ti mi amargura y mi tristeza
al saber que se acaba la nobleza
y al saber que regresan los enojos.

Aterrado me quedo contemplando
el reflejo de tu rostro despiadado;
terrible yo me encuentro despreciado
y te desprecio, si me miras despreciando.

Te ruego que me mires con piedad
porque se apiade mi alma demente
y termine con toda mi ansiedad;
no piedad de un mirar que yo me invente
pues de ti solo espero la verdad
del sincero mirar que no me miente.

Soneto LXI

Si amar sin ser amado es ofender
he aquí que yo confieso mi pecado
pues lo que de la amistad he fiado
a tus brazos me lancé sin conocer.

Mil perdones pido, que al pretender
amar lo que en mis sueños he soñado
pretendí adorarte, y he olvidado
que no es mío lo que pretendo querer.

Mas no puedo cambiar lo que he sentido
y lloraré mis penas tristemente
no lo olvides, es más lo que yo pierdo.
Y yo te lo diré, aunque lo lamente:
más que yo nadie nunca te ha querido.
Consérvalo en tu mente este recuerdo.

Soneto LV

Ojos serenos, mirada divina;
luz que de tus ojos sale radiante:
el fuego vivo de tu alma cambiante
que quema en mí tu imagen, que ilumina.

Mirada hechizante, clara, felina;
que a mi alma llega en un instante
que me empujará a seguir hacia delante;
mirar que me somete y me domina.

¿Qué es de tus ojos que me cautiva,
mágicas las luces de tu cara?
¿Es ya mi voluntad de tu pupila?
¿Será que tu presencia me depara
ventura, alegría, risa viva,
felicidad sin fin, y mente clara?

Soneto LIV

“No te amo” diré para mi mismo
deseando creer lo que no creo
y sabiendo que no creo en mi deseo
mientras sumo a mi alma en el abismo.

Perderé mi palabra en el mutismo
por callado seguir la melodía
“no te amo” es mi larga letanía
por ti impuesta y que sigo con cinismo.

“Yo te amo” diré calladamente
sin palabras, si no quieres oírlas;
a solas, si no quieres con la gente.
Regaladas, si no quieres pedirlas.
Tres palabras que ya están en tu mente
tres palabras que solo hay que sentirlas.

Soneto LI

Mientras pervive el genio adormecido
contemplando solo a solas, todo pasa;
solo a su muerte el tiempo no retrasa
y mira qué quimeras le han vencido.

De otro tiempo fantasmas han venido
temores que a la vida despertaron
y se yerguen como antes, esperaron
para juzgar y herir al que está herido.

Si bien la vida aun no le ha costado
piensa que todo es vano y aun necio
y pide para si la muerte, maltratado.
Y aunque roto y de pena todo inmerso
vivirá aunque se sienta desgraciado
mientras todavía pueda escribir versos.

Soneto XL

Me quedo con tu risa de inocencia
de tu cara por rizos enmarcada;
de tu voz que es muy dulce y musicada
elijo el claro acento y su cadencia.

De tu suave calor, benevolencia;
de tu benevolencia, casi nada:
las veces que me abrazas con clemencia
dejándome de amor la piel grabada.

Y tomo de tus manos las caricias
de niña que no espera recompensa;
mujer que amando al límite se entrega.
Y en esto que mi amor tu fe compensa:
Tú entera, tu cariño me doblega,
elijo de ti, fuente de delicias...

Soneto XLIX

Me mira la demacrada
faz del tiempo insolente
y me empuja a ir hacia el frente
viendo vida terminada.

La ansiedad no dominada
lleva a pensar solamente;
contemplación indolente
de una elección cambiada.

Yo ante mi puedo verlo
no existe un solo camino
y cualquiera es buena vía.
¿cuál es para mi el destino?
¿dónde me llevará el día?
Eso, no puedo saberlo…

Soneto XLVIII

Los más hermosos sueños que he tenido
son sueños de ternura y a tu lado,
y sueños de pasión, desesperados;
soñados cuando aun no me he dormido.

Si el sueño es la esperanza de un descuido
en triste sueño me he acomodado
en tanto que inconsciente y descuidado
el gesto formó un sueño incomprendido.

Deseo la realidad más que los sueños
sino aquel claro gesto ha sido en vano...
Deseo que mi sueño tu lo sueñes,
que aquel hermoso instante tenga dueño;
la inconsciente caricia de tu mano
de ser real tal vez, no la desdeñes

Soneto XLVII

Locura de un rayo de luna claro,
blanco manto, cubre el rostro, color;
fuego que otorga a la vida el dolor
y el tormento; sin paz, sueño ni amparo.

Lucidez soñadora en días oscuros
del negro tapiz que luce brillante,
que lleva hacia arriba, eleva al instante
de la muerte y ve a través de los puros.

Sencillez, aire; vida y después muerte,
fuego, hielo; oscuridad y luz:
Seguir con la amargura y los temores.
No sé si paciencia o tal vez suerte
el librarse de esta agonía y cruz,
o bien continuar con los horrores

Soneto XLVI

Lo mismo que la brisa un junco mueve
tus ojos a mi alma están moviendo
y doy todas mis fuerzas resistiendo
por no dejar tan fácil que me lleve.

Por eso es que mi vista no se atreve
mirarte, que al mirar miras queriendo
si miras desde el fondo y sonriendo
cual brisa eterna y suave y blanda y leve.

Muéveme, que mirar eternamente
la mirada graciosa de tus ojos
si al amor lleva y en amor dispone
prefiero amarte solo y sin enojos
prefiero que mi amor mi alma te done
a amarte en un suspiro y solamente.

Soneto XLV

La mañana está gris, yo lo he querido;
y la tarde será como yo quiera;
hoy sé que cuando este día muera
será mañana, como hoy lo ha sido.

Mi noche en soledad yo la he dormido
mi voluntad de estar solo ayer era;
y si a mí este vivir me desespera
esta desesperanza yo he pedido.

Soy dueño de mi ser, de mi destino;
soy dueño de mi vida, de mi muerte:
y así yo actuaré según lo creo.
Si yo lo quiero será esta mi suerte.
Si ayer yo actué tal me convino
así cambiaré el mundo a mi deseo

Balada

La inspiración se ha ido
no puedo escribir un poema
pues si bien yo elijo el tema
tu destrozas lo sentido.
Más allá, lo permitido;
aquí prohibido y sin suerte,
que solo conozco muerte,
que por ti ya voy herido.

Pues tu mirada me ha henchido
ya de alegre pensamiento
para llegar al tormento
de amarte sin ser querido.
Y mi ser traigo vendido
rogándote una mirada
no te sientas maltratada
que por ti ya voy herido.

Mi alma por ti ha sufrido
en ti, en éxtasis se mece
y siente que ya aparece
donde siempre es comprendido.
Y en dulce sueño sumido
pienso que me has dejado,
sin voluntad, ultrajado,
que por ti ya voy herido.

Tienes artes de bandido:
algo muy mío me has robado
y lloro, desesperado
que por ti ya voy herido.

Soneto XLIII

Hoy me duele la vida que yo llevo,
soy esclavo del hado que me guía;
el oscuro sentir que sentí un día
me ha llevado al infierno como cebo.

En mi boca su nombre, siempre nuevo
fue camino, senda clara, forma y vía
y veneno en mi alma, felonía
así siento mi vida yo le debo...

¡Desgraciado el sentir, maldito el nombre!
que el maldito destino me ha asignado;
que me ha puesto en los labios angustiado
siendo ya mas que hombre, quasi-hombre...
No desprecio la muerte que me toca
sino el hado que niégame su boca

Décima

Horas pasando, muriendo
del por qué no me pregunto
y cuerpo inerte, difunto
de pálida faz, no siendo.
¿Dónde estaré yo? Durmiendo
olvidando toda vida
por no ver dada, dormida
la conciencia maltratada
por duro sueño, soñada
en triste muerte sumida

Décima

He soñado que te amaba
desperté después: dolor
vino a mi mente el temor
de saber solo soñaba.
De lo que a mi me pasaba
tu nunca te has preocupado;
lo siento, pues he pensado
que bien me podrías querer
pues solo te puedo ver
pues solo a ti te he amado.

Soneto XLII

Hacia atrás, mirando el paso que he dado
vuelvo el mirar, llorando tristemente
¿no habrá quien por contar, conmigo cuente?
¿no quien como yo nunca haya soñado?

Mas retornar no puedo ya lo andado
y mi paso arrastraré lentamente
siempre adelante, o siempre hacia el frente
siendo pasado el mío a mi cuidado.

Mi alma buscará una fe, un anhelo
en el futuro que voy atrás quedando
hasta explotar mi alma de sufrimiento.
Pues tal fe ya fue en mi vida, soñando
y no volveré a vivir ese cielo
será infierno, andar solo, mi tormento.

Soneto XLI

Goza atenta mirada negro y oro
mezclado con rumores de alegría;
tú sabes que en tus ojos moriría
del tiempo que en tu vista me demoro.

Mira solo sonriendo, yo te imploro
una risa en tus ojos de armonía;
tú sabes que en tus labios viviría
dejando el baluarte en el que moro.

Tu risa está en tus ojos demostrada
pues miras sonriendo tiernamente
causando en mi alegría y risa loca.
Y pienso en tu mirada solamente...
si al sonreír tus ojos, ve tu boca
deseo besar tan solo tu mirada.

Soneto XL

Golpeo sobre el yunque los restos de mi vida
porque quiero enderezarla;
el temple que tenía perdiose al maltratarla,
quedándola consumida.

Golpeo en cada instante mi alma desgraciada
porque quiero endurecerla;
atarla, controlarla, templarla, conocerla;
verla de ansias colmadas.

Y si al cabo del tiempo una coraza aparece
sobre el cuerpo mío entero
al golpear en el yunque mi vida y emociones
mi ser será feliz, como todo ser merece
pues no basta ser sincero...
Protegido estaré de mí mismo y mis pasiones...

Glosa de soneto

Echado está por tierra el fundamento
que mi vivir cansado sostenía
¡Oh, cuánto bien se acaba en solo un día!
¡Oh, cuántas esperanzas lleva el viento!

¡Oh, cuán ocioso está mi pensamiento
cuando se ocupa en bien de cosa mía!
A mi esperanza, así como baldía,
mil veces la castiga mi tormento.

Las (mas) veces me entrego, otras resisto
con tal furor, con una fuerza nueva
que un monte puesto encima rompería;
Aqueste es el deseo que me lleva
a que desee tornar a ver un día
a quien fuera mejor nunca haber visto.

Garcilaso de la Vega.

I. (XXVI)
Echado está por tierra el fundamento; 
no quedan más que de él pocos escombros
vejados por el tiempo y los asombros
que el tiempo causa en mí todo momento.

Me ves ora gritando cruel lamento,
ora saliendo de agonía dura
ora perdiendo mi esperanza pura
para después ganarla en cualquier cuento.

En esto hoy consiste el pasatiempo
después de haber perdido mi esperanza;
después de tirar yo mi amor al suelo.
Y en esto que hoy aumenta mi añoranza
pues no puedo encontrar por mí consuelo,
solo puedo dejar que pase el tiempo.

II. (XXVII)
Y no puedo dejar esta postura
que mi vivir cansado sostenía; 
postura que era mal bisutería;
por joyas de más talla y hermosura.

Mas yo quiero salir de la tortura
de no ver más tus ojos, dulces, claros;
que ayer un solo día como faros
labraron mi camino con dulzura.

Tan solo un día te vi, momento eterno;
momento que acabó en un solo instante
dejando amargo gusto en mí, demente.
Y yo debo arrastrarme suplicante
deseo verte un día, ¡se clemente!
El día en que he de arder en el infierno.

III. (XXVIII)
Un día eres feliz, otro estás triste
y piensas que regresa la agonía:
¡Oh, cuánto bien se acaba en sólo un día! 
pues todo lo que es bueno lo perdiste.

Y cuando te preguntas por qué hiciste
encuentras que no solo una vez fuera
aunque así algún día pareciera
el mal... ese cruel mal siempre persiste.

Es vanidad, sólo orgullo egoísta;
es la maldad, que en el corazón mora
es la traición, que duerme nuestra alma.
Creo que el tiempo, tiempo solo implora
lamentarse no sirve, y no calma...
creamos sólo pues en lo que exista.

IV. (XXIX)
Ni esperar de la vida me consiento
pues es vana esperanza la que tengo
de tantos mis recuerdos que retengo
¡Oh, cuántas esperanzas lleva el viento! 

Lo mismo que voló ayer mi contento
en el fango se pudre mi esperanza
pues todo –como ves- todo es mudanza
y es nimio lo que ayer fuera un portento.

La fe que me movía se ha apagado
y borracho ando yo de lado a lado:
el sol que más alumbra me sostiene.
Efímero esperar que me conviene...
si corta es la esperanza con la ausencia
corta será, en mí, esa dolencia.

V. (XXX)
Olvidaré sin penas lo que siento
y traición que yo espere, sin decoro
habré devuelto ya, no me demoro
en recuerdos que mueven al lamento.

¡Oh, cuán ocioso está mi pensamiento! 
¡Cuán bien poder pensar en lo que es mío
y mirar el camino en que me guío,
y a todo lo que es mío estar atento...!

A egoísta pensar es al que atiendo
pues es vana ilusión pensar en ella
si al pensar ella en mí pensó fingiendo...

Pensaré que este viento, de su huella
quedará pocos trozos persistiendo
por mucho que su huella fuera bella.

VI. (XXXI)
No me queda ni rastro de cordura
ni bondad, ni clemencia, ni alegría,
ni soy capaz de amar como sabía
ni hay lugar en mí para ternuras

Está ya más contenta mi locura
cuando se ocupa en bien de cosa mía 
viviendo como sabe la agonía
de odiar lo que más ama en forma pura.

Me odio por odiar lo que mas quiero
me odio por pensar que libre soy
esclavo como soy de cómo miras
Y así vivo sabiendo que me muero,
conociendo el final a donde voy
creyendo como un loco mis mentiras.

VII. (XXXII)
Me miento prosternado en la tristeza
guardando cual precepto esta mudanza,
mudanza que destruye la templanza
y en jirones desechos la nobleza...

Y el rumbo que guiaba mi cabeza:
el ritmo, ha cambiado, y cambiaría
a mi esperanza, así como baldía; 
así como deshecha en la pereza.

Así como un espectro sigo andando
buscando aquí un cariño que no existe
y el peso de la muerte soportando.
Si vuelves hoy a mí como viniste
mi amor y mi cariño deseando
¿Podría perdonar lo que me hiciste?

VIII. (XXXIII)
¿Podría sopesar ese argumento
si dices que me amas cual solías?
¿podría yo olvidar cuando mentías
sabiendo lo que sé en este momento?

Porque sólo recuerdo el sufrimiento
al haber olvidado la inocencia
y yo sé que tu alma y mi conciencia
mil veces la castiga mi tormento. 

Y no se despreciarte como quiero
tu amor me ha remarcado en honda huella
vestigio de una época pasada.
Estoy viendo que aun eres muy bella,
recuerdo cuando tú eras mi amada
y era nuestro bien el mundo entero.

IX. (XXXIV)
(Debo resistir, según mi conciencia,
no la debo amar, pues ella no me ama;
no debo escuchar amor que me llama
debo conservar la fe en la inocencia.

Quiero rescatar de mí la prudencia
y avivar la luz que habita en mis sueños,
sueño del que ahora yo soy el dueño,
en los que por fin se nota su ausencia.

Las veces me entrego, otras resisto 
y siempre debiera haber resistido
por no contemplarme roto y vencido;
en los sueños vanos que antes he visto.
¡No quiero soñar si en sueños te veo!
¡De aqueste castigo de nuevo reo!)

X. (XXXV)
¡Cuántos sueños quedaron esparcidos
en pedazos sin forma por el lodo!
y no quiero llorarlos de este modo:
con ansia, y con duelo, doloridos.

Me levanto con aire decidido
Y olvido en un instante casi todo;
en esta vida mía me acomodo
sin pensarme si aun estoy herido...

Y en pie resisto a todo y contra el viento
con tal furor, con una fuerza nueva, 
que no me importa nada de lo antiguo
pues si es corto el presente por lo exiguo
pasado es el futuro que me lleva;
pasados los amores que no siento…

XI. (XXXVI)
Pasado está el tormento que he sentido:
ya no soy del castigo juez y reo
ni estoy penando en algo que no creo
si no creo en mudanzas ni he creído.

Ya no pierdo mi tiempo ni dormido
pues sueño en otro sueño mas perfecto
si acaso yo a los sueños me someto
negándome al amor, triste Cupido.

Y encuentro en mi tal fuerza y tal talante,
y tal vitalidad, cual un gigante,
que un monte puesto encima rompería; 
a mil bravas legiones vencería;
ejércitos enteros derrotara
sin nada que mi furia sosegara.

XII. (XXXVII)
Pues no encuentro sosiego aquí y ahora
de tanto que la furia me domina;
y solo a destruir mi alma atina
templada en la locura y a deshora.

Piedades y ternuras no atesora
la piedra que llenó tal vez mi pecho
ya que mi corazón está deshecho:
dejó libre la rabia y lo devora…

Deseos de una mente torturada:
los actos que conducen voluntades
sonando como truenos en verdades…
Aqueste es el deseo que me lleva: 
Vivir solo la vida como deba;
dejar triste memoria maltratada.


XIII. (XXXVIII)

Veo el paso de años incontables
y contemplo en su marcha desgraciada
el peso de la muerte y su mirada
y su llegar deprisa incontestable.

Yo sé que en un instante despreciable
su fuerza llegará en una andanada
negando que mi alma encarcelada
redima sus pecados innombrables.

Del lecho en un instante estaré muerto
y mil veces mi vida cambiaría
si el cambio en un instante se lograra.
El tiempo que me resta me llevara
a que desee tornar a ver un día 
el como recorriste este desierto.

XIV. (XXXIX)

¡Tente, muerte, y queda ahí delante;
delirio de mi fe, mi alma y mi mente!
¡Y quédate callada solamente
espera mi respuesta un solo instante!

¡En pie he de recibirte, es importante!
¡vestido y sin rubor, gallardamente!
mi rostro con sonrisa permanente;
sin prisas, sin dolores: ¡anhelante!

Mas veo no te detienes: me resisto
¡Horror, tu forma cambia, no eres muerte!
¡Transformas tu semblante como veo!
¡Te cambias en delirio de deseo!
Y veo desgraciado, esta es mi suerte, 
a quien fuera mejor nunca haber visto.

Décima

Flor de azules sentimientos,
aroma embriagador, llama,
de vivos afanes ama
que guarda en si los tormentos,
que consuela sufrimientos,
une en la dicha y el gozo
para curar el destrozo
causado por loco fuego
que quema por dentro y luego
olvido, insondable pozo.

Soneto XXV

Fíjate, mujer, que la flor que adorna
ayer solo pequeño botón era;
fíjate, tiempo pasa, nunca espera
de juventud a marchitarla torna.

Y el mismo tiempo reirá con sorna:
mudará en vejez la edad temprana,
ya que no es la voluntad humana
la que de este tiempo la puerta entorna.

Pasado al verano la primavera,
no vuelve el tiempo en que la flor se afana;
cuida pues de no quedarte dormida…
cuida pues de aprovechar bien la vida:
belleza que en ti muera mañana
esa, seguro que jamás volviera.

Soneto XXIIII

Estatuas de mármol blanco enhiestas
monumentos levantados a algún Dios
acroteras puestas, el cielo en pos
obras de arte en museos expuestas.

Árboles que están cubiertos de nieve
agua de océanos, espuma de mar
sonido de viento, dulce cantar
olores de la tierra cuando llueve.

Música de esferas en movimiento
fuerza incontenible de ardientes soles
cometas fugaces del firmamento.
bóvedas brillantes, luz estrellada,
luz pálida y trémula de luna
clara de día, atenta mirada...

Soneto XXIII

Esta noche llorar no me consiento;
sólo dos lágrimas hay en mis ojos,
sólo una caerá por mis enojos,
la otra quiero que la seque el viento.

No quiero que me veas cómo miento;
cómo de mi corazón entristecido
suena lúgubre y fuerte el latido
al gritar lo que sabes que no siento.

Cuando lentamente esté paseando
por los tristes páramos de la muerte
estaré con esperanza implorando
que tu perdón me concedas, y verte;
seguro entonces yo me veré llorando
lágrimas que hoy guardo hasta que despierte.

Soneto XXII

Espíritus del fuego y el invierno,
Yo os pregunto: ¿Por qué quiero la vida?
¿qué me ata a esta vida sin que yo pida
tiempo y más tiempo lejos de este infierno?

¡Venid! Sombras del tortuoso Averno;
llevaos de mi lado estos despojos,
que el tormento me lleva a ver los ojos
de la muerte y su mirar eterno.

Ya no quiero este cuerpo que esta muerto
Ya no quiero mi vida, desgraciada
Pues el mañana ya fue ayer, corriendo:
No encuentro complacencia; estar despierto
Para ver que la prórroga dejada
Nunca halla un corazón que esté sintiendo.

Soneto XXI

Esos cabellos que al viento son fuego
Arrebolan tus mejillas de plata
Y encendiendo todo en derredor remata
Para fuego al viento prenderle luego.

Llamas son tus bellas y finas manos
De unas caricias que de suave abrasan,
Flamas etéreas que por aire pasan;
Esos fuegos fatuos, altivos, ufanos.

Fuego tus ojos, que pasión requieren
en mirada en la que tu alma venden,
con una calidez en la que hieren.
Mas hielos de tus actos se desprenden,
Gélido aliento que tu boca exhala;
Hielo que quema, llamas que prenden.

Elegía - Tríptico

~Soneto XIX~

Es fugaz por la vida este pasar
y es dolor que se siente eternamente
más cual luz que se extingue quedamente
nos vamos al instante de llegar.

Es inútil perderse en el placer;
reír y desfrutar no es una suerte
y el vivir no nos libra de la muerte
pues es destino nuestro ya al nacer.

¿Por qué, traidora Muerte, nos visitas?
¿Por qué a la brevedad pones final
libando de la vida que tenemos?
¿Por qué esta sinrazón, este tu mal;
tu obrar que sin dudar no merecemos?
¿Qué somos que la vida no permitas?

~Décima ~

Pasear por el filo del abismo
vivir como se muere como un perro
deslumbrarse con las luces del destierro
desear toda vida y su cinismo.
Caminar a la luz del paroxismo
ora sin paz… sin sueño ni alegría
sentir este tormento y felonía
y penar sin consuelo y con temor
por llorar con la rabia y el dolor
que causan esta muerte y su agonía…

~ Soneto alejandrino XX ~

Si tú puedes sentir esa paz que hay tras la muerte
ya ganaste la vida feliz que deseamos
y comprendes que hay fe en otra luz, porqué rezamos
sabiendo que nosotros queremos esa suerte.

Yo no puedo vivir si no tengo esa esperanza
voy corriendo el camino que tu ya has recorrido
y si breve fue el paso y corto lo vivido
seguro te acompaño en tu paso sin tardanza.

¡Ojala que pudiera parar del tiempo el paso
y volverte a tener, y hablarte y bromear!
¡No conozco ese medio de ocultar un ocaso!
¡Yo no puedo ser Dios, si lo pudiera desear!
Siento miedo y se como te sientes acaso 
si tu estás a su lado, de Dios: Él te ha de amar.

Balada

Esa flor robé, encarnada
jardín ajeno, salvaje;
y a ti, mi musa, la traje
con su frescura encantada.
y en su aureola dorada
descubro el sol de un mirar
que me hace suspirar:
Tú eres mi rosa robada.

Tú eres mi flor deseada,
el rocío beber quiero
en voraz beso, dulce, fiero,
de tus hojas delicadas;
contesta a mi audaz llamada
llamar quiero tu atención:
soy de tus besos ladrón,
Tú eres mi rosa robada.

Sabia, bella, dulce amada;
mi corazón desbocado
salta al estar a tu lado
tú eres mi flor, la soñada;
la robé en otra morada
para traerla a la mía;
Tú eres la flor de mi día,
Tú eres mi rosa robada.

Tú mi rosa, tu mi hada
hermosa desde la cuna;
yo soy ladrón de fortuna
Y tú mi rosa robada...

Soneto XVII - Cyrano de Bergerac

Es este naricísimo entrañable
el romántico ideal de caballero:
valiente sin igual, noble y sincero
de ingenio claro, vivo, inigualable.
Feroz espadachín, hombre incansable;
a cien mató allá en Nesle con su acero
hazaña sin igual la que refiero
que en otro hombre de honor fuera impensable.

Quisiera ser cadete allá en Arrás
estando protegido en su valor:
valor que nos anima como un fuego

Y si un día mi amor como él entrego
y a otro mi Roxana da el amor
quiero ser su Cyrano allá detrás.

Soneto XVI

En tus ojos he encontrado mi lamento
y mi grito contemplo en tu hermosura
en tu cuerpo ya he perdido mi cordura;
por tu alma ya hace tiempo que no siento.

Todo se me fue el mismo momento:
al mirarte bella, hermosa, mi tortura;
y pienso y te deseo en la locura
del sueño en que te sueño con tormento.

Y así busco tu amor, desesperado;
sin que quieras querer corresponderme;
ya espero, triste reo de la muerte:
Si así tu no quieres correr mi suerte
aunque nunca dejara de dolerme
nunca dejaría de amar lo amado.

Glosa

En fin, señora, me veo 
Sin mí, sin vos y sin Dios. 
Sin Dios por lo que os deseo, 
Sin mí porque estoy sin vos, 
Sin vos porque no os poseo." 

F. Lope de Vega 

En fin, señora, me veo
por la desgracia postrado
sin vida, desesperado,
condenado a muerte, reo.
Solo en tu existencia creo
y mi diosa, me abandonas;
el pecado no perdonas
de haberte amado tan solo
y en tu altar mi vida inmolo
si con eso te emocionas.

Es por tanto que yo estoy
sin mí, sin vos y sin Dios;
por eso os digo adiós
y hacia el infierno me voy.
Yo sin tu alma no soy
y estoy sin mi alma viviendo.
Estoy sin mi vida sintiendo
que me he perdido en la nada
si os deseo a vos mi amada
y vos contestáis riendo.

Mi salvación he perdido:
me quede yo según creo
Sin Dios por lo que os deseo 
Temblando, solo y hundido.
Deseo no permitido
Es el que por vos yo siento
y creedlo, pues no miento;
pues más que a Dios os querría,
cayendo en idolatría
os amaría sin tiento.

Amo lo que veo en ti
sin mí porque estoy sin vos 
y corro de vos en pos
estando fuera de mí.
Os amo como sentí,
sintiéndome desgraciado
pues vos no me habéis amado
ni seguro me amaréis...
Solo os pido que contéis
las penas de este cuitado.

Que este amor tan traicionero
repare la negra afrenta
de ese destino que enfrenta
al noble y al embustero.
Sabed que os amé primero
Sabed que muero por vos
Sabed que yo estoy sin Dios
porque yo solo en vos creo
sin vos porque no os poseo 
sin ti, sin mí, sin los dos.

Tríptico

~ Décima ~

El gesto claro y galante
que tus mejillas sonroja
me invita para que escoja
si prolongar el instante.
Y un éxtasis, beso amante
a cálido placer invoca
y el amor en deseo troca
pues es sentimiento humano
que el beso puesto en la mano
bien quisiéralo en la boca.

~ Soneto XIV ~

Besar quiero en tu frente tu inocencia
junto con la frescura de tus ojos
junto con tu candor tus labios rojos
y así arrancar de mí esta demencia.

Besar deseo en tu frente la hermosura
al lado de tu pelo negro y largo;
rabioso beso dulce, suave, amargo
en el que pierdo el seso y la cordura.

Y si al rozar tu piel mis labios leves
siento que te estremeces tiernamente
te deseo esa dicha solamente.
Deseo que mi recuerdo tu te lleves;
deseo que el momento en el ambiente
se quede prolongado eternamente.

~ Soneto alejandrino XV ~

Ven, niña, a sentir junto a mí esta locura
de pasión arrancada en estos besos lascivos,
tus labios de los míos se quedarán cautivos:
no querrás terminar el amor, esta tortura.

Ven, niña, junto a mí a beber el dulce vino
de ese beso que yo en tu boca he depositado
de ese fuego que amo, que yo solo he besado
de ese vino que en uno sella nuestros destinos.

Cuando estés junto a mí, mis labios sobre tu piel;
cuando sienta tu aliento quemándome la cara
cuando tenga en mis manos tu mano deseada
Siente, mujer, que eres mi diosa venerada
que fuera de tu ser nada deseara
que deseo sólo tu sabor a miel.

Soneto XIII

El color de tu mirada brillante
a humillar mi faz con premura obliga;
y a ti, olímpica Diosa mendiga
piedad, señora, en tu mirar radiante.

Miradme solo en un preciso instante
para que mi alma con vida siga
pues a tus ojos mi alma se liga;
a tu juventud mi corazón de amante…

Oh, tu, de la cara Venus émula
no tornes con tus gestos en Diana
ignorando al que a tu alrededor pasa
¡Mátame! dame una muerte inhumana
O mírame, que mi muerte retrasa
De tu sonrisa la luz trémula.

Balada

Donde la vida te lleve
hacia el final de un momento
donde ha de llevarme, siento
un frío que quema, nieve;
retrasa tu paso leve
aguarda un poco, el camino
solo conduce a un destino:
al que la voluntad mueve.

Para que el alma se eleve
en un suave movimiento
para que en un pensamiento
lleve a cabo lo que debe
sin decir que no se atreve
y que con todo el derecho
consiga el fin que ya es hecho
al que la voluntad mueve

Y si en el caminar llueve
aguantar, que eso es la vida
que tu voluntad decida
que es lo que le conmueve
y la conciencia apruebe
lo que ya le es permitido
el fin que es un fin sufrido
al que la voluntad mueve

Al fin que tu vida pruebe
mi frío que es un frío del alma
y el destino, estando en calma
al que la voluntad mueve.

Soneto XII

Del ansiado sol, rayo brillante
que sombra fugaz a su paso crea
y del deseado viento, el que os cimbrea
habéis tomado fuerza, color, semblante.

Del vívido fuego, en cálido instante
calor y furia y viveza y frío;
majestad del mar, sencillez del río;
mas frescura y magia dominante.

Por ello es por que yo estoy dominado
pues vos la forma tenéis de una Diosa
sin que mortal os haya merecido.
Y así tengo yo el alma, traspasado;
yo no puedo ser Dios, y vos si hermosa 
y así en mi alma me siento vencido

Soneto XI

Dejo al alba mi vida al levantarme
con el traje del miedo me he vestido;
vuelvo a verme cansado y dolorido
pues yo sé que de ti he de ausentarme.

Vuelve queda tu vista a contemplarme
y despierta en tu sueño me entrelazas
y hasta dudo un instante si me abrazas
del irme como vine o bien quedarme.

Y allá fuera en la calle está lloviendo
acá en tus brazos vivo mis ensueños
allá cada minuto estoy muriendo...
Si aquí tu eres la flor de mis empeños
ahí fuera mi vida está durmiendo;
viviendo sin el sueño de tu sueño.

Soneto X

De lapislázuli el color, de perla,
de fuego el ademán, dalia encarnada;
y el alma que vislumbro en tu mirada
de amarilis; de azucena al conocerla.

De asterias tiene el brillo, de planetas;
de sonrisa en tus ojos dibujada;
de guindas y de fresas, la morada
de cantos de aleluya, y de cometas.

De ágata el color, de aguamarina,
como blanco mirto sobre tus ramas;
como Dafne en alto laurel mutado
De glorias, de afanes, de fuegos, llamas;
mirada serena y callada, divina;
resplandeciente par del sol dorado.

Poema

Cuando sobre la tierra ha aparecido un rayo
que dora el matiz de cada cosa,
cuando el calor se esparce lentamente
liberando lo que la noche ha oprimido;

cuando la tímida luz de metal precioso
aparece iluminando el olvidado rincón del alma,
cuando un nuevo astro de vida crece
anunciando su eterno reinado diario;
cuando la esperanza renace cada día
para llenar de amor los jóvenes corazones;
cuando la vida llama a la vida;

Entonces es el momento de saltar, de gritar,
de lanzar nuestra voz al viento nocturno en retirada
para decir que es lo que más nos importa en este mundo.

Soneto IX

Como el herrero mítico Vulcano
que el martillo en el yunque golpetea
y sintiendo el sudor que le gotea;
y el cansancio del trabajo inhumano.
Como el suicida, que creyendo el vano
de su existencia triste y terminada;
de su pesar, de su alma ultrajada
termina con su vida de su mano.

Así me siento yo: desesperado;
cansado del trabajo que no llena
cansado de mis golpes, mi tortura.

Así me siento yo: vil y cuitado;
sediento de la muerte que no llega

sediento del martirio que me cura.

Soneto VIII

Cambiante sino y rara constanza
y vida desigual de desigual canto
do la felicidad se compra a tanto,
do el tiempo sigue y hace su mudanza.

¿Dónde estará del ideal la usanza?
¿dónde queda del sufrimiento el llanto?
donde queda todo, con el espanto
de la muerte, su saber y tardanza.

¿Y qué hay quedando fuera? Indiferencia.
Dentro solo el sufrimiento y hastío
de saber que me cansa hoy vivir
para que mañana vuelva a ser mío
el esperar ser feliz. La dolencia
de mi mal vendrá después: morir.

Rima

Cambia del frío al calor
en rapidísimo instante
un sentimiento cambiante
de la audacia hacia el temor.
No lo dudes, es amor.

De sentimiento el valor;
hablar, vivir, comprobando
que alegría pasa volando
para llegar el dolor.
No lo dudes, es amor.

Contemplar como el color
en cara queda, subiendo
que la dicha está sintiendo
cálidos besos, rubor.
No lo dudes, es amor.

Pero hay pesar y temor
pensar si quererme puede
querer que conmigo quede
sentir penas y temblor.

No lo dudes, es amor.

Soneto VII

Bondad de un alma he visto reflejada
dentro de tus hermosos ojos bellos
y alegría veo en esos destellos
de armonía que en tus ojos es mostrada.

Ruégole a Dios, tente, una mirada
de esos tus ojos bellos, insondables
puros; esquivos, glaucos, admirables;
mirada clara, viva, despejada.

Y es Venus la que mira, el parpadeo
de una Diosa de las aguas naciendo
para al monte Olimpo subirse luego.
Desde donde tu me estarás viendo
febril loco y muy infeliz reo;
solo una vez verte es mi castigo.

Soneto VI

Bella Euterpe, amada mía;
luz que alumbras mi tristeza;
flor que guardas mi flaqueza
en mi noche y en mi día.

Bella Euterpe, mi fortuna;
tu cuerpo es solo grandeza;
tu suavidad, mi riqueza,
tu dulzura es cual ninguna.

Bella Euterpe, suave acento
bella musa, oigo tu canto
destrozando mis sentidos
cubriéndolos con su manto
de sentimientos dolidos...

de sentir raro y contento…

Soneto V

Aunque tu no me quieras yo diré que me amas
por si así tu algún día decidieras quererme
y aunque nunca el dolor permitiera reponerme
yo decido quemarme, inmolarme en las llamas.

yo te quiero aunque nunca dejara de dolerme
y te espero cansado con el fuego encendido
y este amor que me quema doliente, y sufrido
es tan solo esperanza que puedas comprenderme.

y si amarme no puedes y aun no me aborreces
yo te ruego que mientas, salvaguardes mi honor
diciendo que me amas, amor desesperado
jurando que me quieres, pues ese es tu hado
porque yo juraré embargado de dolor
que yo sigo sintiendo el amor que te mereces

Soneto IIII

Amor es el sentir como la mano
persigue solo el viento de su risa
amor es aguardar solo y sin prisa
que llegue, aunque no sea temprano.

Amor es no decir nunca sentencias
que enturbien el instante del “te quiero”
Amor es comprender que el mundo entero
comprende en una sola su existencia.

El amor es la entrega de uno en otro
y también egoísmo compartido
deseando que el resto quede fuera

Y el amor, ese amor que nos libera
que creo para mí estar prohibido
es no pensar en mí, sino en nosotros.

Soneto III - Centauro

Al ritmo         de una guitarra española 


con sones       de tambores sobre el llano 
galopas:         orgulloso gesto ufano 
y el ritmo       al viento mueve tu cola. 

La gracia       que tu belleza enarbola 
se eleva           como el canto de un gitano; 
tu estampa     que por el sol se arrebola 
desprende      cadencioso andar lozano. 

Un modo        de ver que tiene tu empeño 
maneras         que se imponen con aplomo 
Sentires          que tu presencia promete 
con gestos      que enamoran al jinete; 
centauro        con gallardía a tu lomo 
sois uno          al correr en pos de un sueño.

Soneto II - Io credo che tu sei piu bella

¿Qué artista te ha esculpido con su arte
que colores al mármol ha arrancado?
¿qué poeta en sus cantos vida ha dado
al aire claro y luz para formarte?

¿Qué podría yo sentir, si al mirarte
en tu faz la luz del claro día veo?
¿qué no pensar si yo en tus ojos leo
del oro al mar que en tu iris se comparte?

Ese fulgor de tus ojos desprendido
del día es la muy blanca estrella
que ilumina todo el firmamento.

Y al fin de ti, de tu alma he comprendido
el arte, la luz, el agua y el viento;
Io credo che tu sei piu bella.

(yo creo que tu eres la más bella)

Soneto I

¿Por qué, mi yo, vivimos sin pensarlo
y pensando vivimos sin premura
con el viento que llega en la locura?
¿Para morir no basta desearlo?

¿Para vivir no sirve estar viviendo?
Sólo la muerte hace desear vida,
paupérrima ilusión que en su venida
nos deja sentir que estamos muriendo.

Y da dolor, pues algo deseamos
que perdemos, y al final esperando
llega a su punto la muerte y morimos.

Así le ocurre a la vida que llevamos.
Da más dolor que la muerte, implorando
que todo sea indoloro, pues sufrimos