viernes, 18 de junio de 2010

Soneto LXXXVII

Me falta el alimento de tu boca:
De tanto que deseo su dulzura
tiemblo y sufro desvelos y tortura
escuchando a mi boca que te invoca…

En sueños mi almohada es dura roca
bañada en el sudor de mi locura;
no tengo mi bebida: tu ternura:
abrazos que mi ansiosa mente evoca.

Despierto en un temblor, desesperado,
soñando con tus manos; el sabor
de la sal en tu cara y el color
encendido en mi rostro, sonrojado
reflejando tu caricia pudorosa
y el anhelo de algún alba venturosa.

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