he aquí que yo confieso mi pecado
pues lo que de la amistad he fiado
a tus brazos me lancé sin conocer.
Mil perdones pido, que al pretender
amar lo que en mis sueños he soñado
pretendí adorarte, y he olvidado
que no es mío lo que pretendo querer.
Mas no puedo cambiar lo que he sentido
y lloraré mis penas tristemente
no lo olvides, es más lo que yo pierdo.
Y yo te lo diré, aunque lo lamente:
más que yo nadie nunca te ha querido.
Consérvalo en tu mente este recuerdo.
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